Cuando lo Importante se convierte en superfluo
Siempre hemos
sostenido la importancia de enfrentar cualquier actividad en la
radio, siguiendo las reglas en todo lo posible, como una forma de
cumplir con lo que sentimos y respondiendo a nuestras
convicciones de vida, lo que mi viejo me enseño, lo que mamé de
mi vieja, lo que me enseñaron en la Escuela Pública, etc.
Así cada vez que participamos de alguna competencia,
ajustábamos la potencia de salida a la categoría del operador,
para el caso de un multioperador y cuando la reglamentación
especificaba la potencia de salida de 1.000 watts medidos en la
etapa final, calculábamos el 60% de eficiencia del amplificador
y nunca usábamos más de 600 watts en la antena.
En los casos de FONIA, ajustábamos nuestras emisiones a las
frecuencias autorizadas, de manera que muchas veces trabajamos
split en bandas como las de 80 y 160 m con obvias desventajas
frente a quienes no lo hacían.
Si en función de mejor recepción u otro elemento adicional que
nos agregaba una ventaja, elegíamos un domicilio diferente al
que estaba especificado en nuestra licencia, agregábamos la
barra y la letra correspondiente a la señal distintiva, sin
importar si solo nos habíamos corridos unos pocos kilómetros o
nos fuimos a otra provincia.
Así desandamos la vida y numerosas competencias locales e
internacionales, a sabiendas que tal vez algún otro competidor
no seria tan meticuloso y respetuoso de formas y reglas, pero
conociendo que lo que lográramos sería nuestro, genuino y por
ello nos podríamos sentir plenamente orgullosos.
Ocurrió que aficionados con buena capacidad operativa, a veces
con mejores recursos económicos y técnicos, dejaron de lado los
aspectos reglamentarios y colocaron la máxima potencia
disponible (z3 KW?), emitieron fuera de banda, invadieron
segmentos que no les correspondían por modo de emisión, etc.,
se movilizaron a otras localidades y hasta provincias sin cumplir
con las reglas, que luego seguramente suscribieron, pretendieron
faltarle el respeto y consideración a otros competidores
interfiriendolos o tomandoles el pelo con señales usurpadas,
falsearon la identidad de otros en el eter con el objeto de su
desprestigio, etc.
Por supuesto que esto no es exclusivo de la operación en Fonia,
muchos de estos episodios corresponden a operaciones de CW, de
buenos operadores de CW, aunque yo no los considero buenos
aficionados, solo personas que poseen una licencia y buena
habilidad con el código y otras acciones meramente operativas.
En la actualidad existen mejores formas de verificar algunos de
estos fraudes, perfeccionamientos que no resultaban necesarios en
otras épocas, la hidalguía, el decoro, el orgullo, la
generosidad, la solidaridad y la vergüenza estaban presentes en
mayores ocasiones que en la actualidad. Deterioro social incluido
que no es exclusivo de nuestro país.
A veces he sostenido que, zquién en su vida de adolescente no
toco un timbre?, zquien de trasnochada omitió algunos shots a la
lamparita del farol de la esquina?, pero de ahí a pretender
burlar las reglas o "ensuciar la cancha", como
entendiendo que la anarquía que reina y regula algunos ámbitos,
también esta presente entre nosotros; que los más antiguos no
estamos a la altura de las circunstancias, que la tecnología nos
ha dejado en las válvulas o que carecemos del espíritu y
decisión necesarios para señalar a quienes, se pretenden
iguales o mejores, pero que en realidad solo son pobres de
espiritu y nunca lograrán ser aficionados, solo transitarán la
radio sin pena ni gloria, para ser recordados en la mesa del
café, como algo lamentable que nunca debió existir.
Acciones de Falsedad, Fraude, Trampa, Malicia, son partes ajenas
al GACW y que mucho nos cuidaremos de promocionar, es por ello
que hemos escrito un código de ética para que, quienes no
están dispuestos a utilizarlo como guía de sus actos, se
abstengan de acompañarnos.
Entonces, si para obtener lo importante como una destacada
clasificación con reconocimiento local o internacional, son
necesarias algunas de estas acciones carentes de nobleza, el
logro se convertirá en algo superfluo, sin substancia ni
sustento y algo por lo que nunca nadie se podrá sentir
orgulloso.
Alberto U. Silva LU1DZ