UNA UTOPÍA

Invitado Especial

Pere Teixidó Vázquez EA3DDK, es un amigo dueno de una pluma especial y de pensamientos prolificos, que gusta de expresar sus ideas y propuestas entorno a todas las facetas de nuestra actividad . En la actualidad tiene a su cargo la columna de Principiantes de la Revista CQ en Castellano y ha redactado numerosos escritos sobre la actividad de los radioaficionados.

Hubo un tiempo que las administraciones debían asegurarse que quienes accedían a las bandas de aficionado sabían lo que hacían. La técnica y la sociedad evolucionaron y aquel concepto quedó obsoleto. Los neófitos que desean formar parte de la radioafición no deberían estar obligados a demostrar algo que se supone aprenderán con el paso del tiempo, de manera voluntaria. Estamos hablando de una afición. Sin embargo, dado que el espectro radioeléctrico es un bien escaso y limitado, las administraciones deben tomar ciertas medidas para evitar que se haga un uso indebido. De ahí que, aún manteniéndose algún tipo de prueba de acceso, ésta debería adecuarse a las nuevas circunstancias.

Los requisitos necesarios para obtener una licencia de aficionado de primer nivel (C ) deberían conformar una prueba que demostrara que el pretendiente conoce los aspectos legales que legislan la actividad y, por otra parte, un conocimiento general de los límites donde se desarrolla, esto es, el Plan de Bandas.

La demostración de estos conocimientos sería condición suficiente para conseguir una licencia del tipo C, que le permitiría transmitir en todas las bandas (V-U-HF), pero sólo en unos segmentos determinados, con una potencia limitada y en la modalidad más elemental, la fonía. Podría permanecer por tiempo indefinido en esta situación, sin que se sintiera obligado a superar ninguna barrera nueva.

Si al pasar el tiempo el aficionado deseara aumentar voluntariamente sus expectativas, podría prepararse para ampliar los límites de su licencia, demostrando mediante una prueba que sabe trabajar eficientemente las comunicaciones digitales, mediante el empleo de un ordenador conectado a su estación de radio. Aprobar significaría el paso a una licencia del tipo B. La licencia B supondría un aumento de la anchura de bandas, un incremento de potencia hasta la mitad del total permitido legalmente y la posibilidad de operar en fonía y modos digitales indistintamente.

El radioaficionado podría seguir prosperando en su carrera dentro de la radioafición, pudiendo presentarse a los exámenes para la obtención de la letra A en su prefijo. Para ello debería demostrar una mínima capacidad para recibir y transmitir mediante el código telegráfico (por ejemplo). Esto le supondría la oportunidad de trabajar dentro de los segmentos dedicados a esta modalidad y hacerlo con la máxima potencia permitida en todas las bandas y modos.

Pero aún habría más. Quienes estando en posesión de la licencia máxima quisieran conseguir el “doctorado” podrían hacerlo mediante la especialización. Es decir, cada uno podría escoger algún tipo de actividad dentro de la radioafición y  convertirse en un maestro. Esto conllevaría la obligación de divulgar sus estudios o actividades, de manera que sirvieran de ejemplo y guía para el resto de aficionados. Como recompensa, obtendría un indicativo con un sufijo de una sola letra, que le distinguiría como “doctor en radioafición”.

Paralelamente a todo esto, y dado que el Diploma de Operador lo expide un Ministerio,   tiene carácter oficial y para conseguirlo ha habido que demostrar una serie de conocimientos, éste tendría validez académica en forma de créditos de libre elección o asignatura optativa, tanto en los estudios de secundaria como universitarios. Cualquier estudiante podría escoger la asignatura de radioafición como complemento de sus estudios, cualesquiera que fuesen.

De esta manera, los diferentes tipos de licencias no marcarían diferencias de “clase” Simplemente serían los distintos pasos de una carrera dentro de la radioafición y, cuando digo “carrera” lo estoy diciendo en el sentido profesional o estudiantil del término, no a un concurso para ver quien llega primero y quien se queda en el camino.

Cabe suponer que esta estructura supondría un aliciente para que el radioaficionado sintiera deseos de prosperar dentro de su afición y, con el tiempo y sin prisas, pudiera llegar  a lo más alto de su actividad.

Esto nunca fue así, ni lo es, ni lo será jamás. Simplemente es un ejercicio de imaginación para demostrar que las cosas pueden hacerse bien, incentivando nuestra afición. De todas maneras, dono la idea a quien tenga el poder suficiente y se vea capaz de llevarla a la práctica. Ojo, regalo la idea, pero no la autoría. Que hay muchos plagiadores por estos mundos.

Pere, EA3DDK