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La Esperanza - Arrodillados ante la vida


Muchos tuvimos esperanzas para concretar nuestros sueños y esperamos toda una vida para que se cumplieran, pero no dimos ningún paso para arribar a ella.


Nos quedamos arrodillados ante la vida, como si ese solo acto tuviera la actitud suficiente para que nuestra esperanza se realice.

 

Con temor, esperamos que los otros den ese paso trascendente, porque sabemos que ese paso cambiará nuestras vidas, cohibidos ante lo desconocido. Con la angustia de saber que, con toda seguridad, encontraríamos la felicidad tanto tiempo postergada.

¡Qué grandiosidad es ver a los que van en busca de su esperanza! Que no le avisan que la buscan y queJamás la molestan para decirle "Te encontré".

¡Qué silenciosos son! Como si no quisieran mostrar al mundo su libertad de elección para no humillar a aquellos que no se animaron.

La libertad es terrible para quienes hemos sido acostumbrados (programados) para vivir en la servidumbre social y creemos habernos realizado a través de una circunstancia trivial y encontramos lo vital en ella, mientras en nuestro interior hierven las ansias postergadas, los planes inconclusos y tantos deseos callados.
Me refiero a la persona que ante una circunstancia extraordinaria, fuera de su cultura, se atemoriza porque debe elegir entre su verdadera libertad y su vida sin sobresaltos.

Frases hechas como "Un hombre está realizado cuando planta un árbol, tiene un hijo y escribe un libro" no hacen más que cercenar la esperanza de lo mejor de la vida, como el explorar con pasión y sin miedos el largo y enigmático camino de las preguntas hasta el fin de nuestros días y a pesar de las explicaciones que nos dan de sus significados.

Esa esperanza, de la que tanto hablamos, la hemos perdido antes de poseerla y, por tanto, somos incapaces de transmitirla a los que nos rodean, dando una falsa impresión de individualismo, cuando en realidad nos han inventado una forma de vida que nos deja desorientados para captar su verdadera esencia.

Quizás la vida se desarrolle gracias a esas "trivialidades" y por eso los sabios, los verdaderos sabios, son tan escasos y perseguidos porque la libertad de sus expresiones genera temor.

Sin embargo, en cada uno de ellos, cuando escriben o dicen alguna frase, notamos que la llama de la esperanza hacia la humanidad se mantiene viva; ellos tratan de evitar que nos convirtamos en hombres-pan, hombres-solo-trabajo, hombres-tv, hombres-futbol, etc. y seamos realmente humanos.

Como soy un hombre con esperanzas, las tengo para que alguno rebata esto y me convenza que no vivimos en un mundo lleno de esperanzados.

GENERAL PICO, 1 DE JUNIO DE 2004- HECTOR M. OMBRONI